miércoles, 4 de noviembre de 2009

Mis pecados literarios (con permiso de Verónica)

No he sido nunca de copiar, la verdad, ni cuando iba al cole porque siempre he tenido la impresión de que un ente invisible me vigilaba y sabía todo lo que hacía. Sin embargo, una va creciendo y descubre que los únicos entes invisibles son los virus y que a esos les importa un pepino si copias o haces calceta. Leyendo el blog de Verónica Sukaczer me han dado ganas de copiarle un post y escribir sobre

MIS PECADOS LITERARIOS

Intento no escribir. Lo evito siempre que me es posible y cualquier excusa es buena: tengo sueño porque he madrugado, con dos horas no es suficiente, la cocina necesita un repaso, ¡qué bonito es mi salvapantallas!

Nunca acepto encargos, hago como que sí, pero nunca escribo lo que me piden y acabamos “dejándolo para más adelante”.

Estoy siempre presente en todo lo que escribo, ya sé que eso no se hace, pero me da igual.

Hablo con el lector, también sé que no se hace, pero es que si no me aburro.

Podría escribir sin ordenador, sin máquina, creo que podría escribir, incluso, sin papel, pero no puedo escribir sin una taza al lado. De café, por supuesto.

Adoro mi primer libro, incluso he llegado a creer que La casa grande existe y quiero ir a visitarla.

He leído a los clásicos y algunos, incluso, me han gustado. No diré cuales.

Leo muy, muy, muy despacio. Tardo mucho en acabar los libros que escojo. Suelo cerrarlos y quedarme pensando en lo que acabo de leer y eso ralentiza mucho la faena. Si no lo cierro, es que no llega allí a donde debe llegar lo que leo.

Tengo una gran debilidad por el siglo XIX. Lo he idealizado.

No me gusta Chejov.

Me encanta Wilde.

¿Verónica es una pésima vendedora de sí misma? ¿Después de pésimo que viene? Y, sí, eso es muy malo para esto de la literatura. Y es que hay por ahí un montón de escritores con una capacidad comercial admirable.

Otra cosa en la que soy mala es en las revisiones. Cada vez que reviso una novela, me sale otra. La que estoy escribiendo ahora es la quinta versión de una idea original que ya apenas nada tiene que ver con sus orígenes.

Yo también me siento frente al PC y juego al Spider o a Los Sims para no empezar a escribir.

Tengo dieciocho principios de novela en una carpeta llamada “trabajando”.

Siempre digo que voy a presentarme a concursos a los que luego llego tarde.

Compro libros, los leo y si no me gustan los regalo. He regalado cajas llenas de ellos, algunos con muy buenas críticas.

Me siento obligada a enviar mis novelas a editoriales, pero siento un profundo regocijo cuando me rechazan. En el fondo siempre he sabido que no sirvo para esto.

Me aburren mortalmente las presentaciones de libros. A veces, he sentido vergüenza ajena.

Lucho por no ser de esos “escritores” que solo saben hablar de lo que escriben. ¡Qué pelmazos! Prefiero la conversación de un albañil explicándome cómo alicatar un baño.

Canibalizo a mis semejantes. Escucho mucho a los demás. Interiorizo sus cotidianidades y las guardo ocultas en mi cerebro. Y un día se convierten en una historia que no deja de aguijonearme hasta que la escribo.

En catalán hago castellanismos y, en castellano, catalanismos. Me resulta inevitable.

Yo también uso el diccionario de sinónimos del Word. Y el diccionario de la Real academia. Y el panhispánico de dudas. Y Google. Y Google street view. Y la Wikipedia.

Por cierto, ¿sabíais que tenemos tres preposiciones nuevas? Durante, mediante y via...

viernes, 2 de octubre de 2009

Una larga conversación

Hace ya 23 años y le sigue pareciendo gracioso que ocurriese en una librería. A punto de pagar uno de Julio Cortazar porque quería recuperar la afición a la lectura que sus profesores habían matado a fuerza de insistencia y libros mal escogidos. Se giró y la besó. La cajera les miraba con cara de vergüenza ajena, era evidente que era el primer beso y Abacus no era París, precisamente. A ella le temblaban las piernas y, quizá, a él también. De hecho, aún le tiemblan a veces. Habían superado dos noches en Rupit dentro de una tienda de campaña y una en Rubí, en habitaciones separadas, pasándose notitas por debajo de la puerta. Pero lo que más costaba arriesgar eran los dos años de amigos. Esos que se lo cuentan todo sabiendo que al otro lado hay alguien que escucha y no sólo oye lo que decimos. Era mucho lo que se jugaban apostando al 2.

-Supongo que tenemos que hablar –le susurró al oído mientras esperaba el cambio.

Ella asintió.

Y ha resultado ser una larga conversación.

Imágenes: Rafal Olbinski


miércoles, 23 de septiembre de 2009

En ninguna parte

Anoche tuve un sueño. Soñé que estaba viva.

En un momento me salí del cuadro y caminé hacia aquel paisaje conocido donde una vez fui. La hierba me hacía cosquillas en la planta de los pies y el olor a tierra mojada me estremecía de placer. Seguí caminando, no debía temer al cansancio, ni tampoco a no llegar a ninguna parte. Ya estaba en ninguna parte.

El camino era estrecho, los árboles que lo flanqueaban eran altos y movían sus brazos, repletos de hojas, al compás del viento. Me miré y vi que estaba desnuda, pero no sentía frío. Yo era el frío.

Quería seguirte. Seguir caminando y llegar a alguna parte, cansada de que el camino siempre acabase con el sueño, quería seguir soñando y vivir por ello de nuevo.

Era inútil. El sueño terminó y me encontré de nuevo en esta triste habitación llena de antiguos recuerdos de otra vida. Recuerdos y objetos que sólo puedo contemplar.

Morí aquel día. Y es un justo castigo por mis actos estar viva para contemplar mi lenta e inexorable muerte. Sin que nadie pueda rescatarme. Sin que nadie se compadezca de mí. Morir cada día al abrir los ojos…

sábado, 29 de agosto de 2009

... el psicólogo

-Buenos días.
-Buenos días. ¿Qué tal tus vacaciones?
-Bien.
-¿Te han servido para desconectar?
-¿Desconectar de qué?
-Del trabajo.
-Ya me fui desconectada de casa.
-Bueno, pues para desconectar de la rutina.
-Para eso sí.
-¿Te ha gustado?
-Psse.

Silencio

-¿Y cómo vas de lo tuyo?
-¿A que te refieres?
-A tu obsesión por el tiempo.
-Bien, se cría sana y fuerte. La obsesión, digo.
-¿Has escrito algo estas vacaciones?
-Más bien me he dedicado a desescribir.
-Explícame eso.
-Llevo un par de años con una novela, ya lo sabes. Tengo clara la historia, dibujados los personajes, desarrollada la trama, pensado el final, decidido el principio…
-¿Y entonces?
-Me falta la novela.
-No te entiendo.
-¿Sabes lo de Pandora?

Fruncido de ceño

-Sí, hombre, que se pasaba el día tejiendo y la noche deshaciendo
-Esa era Penélope.
-¿La del bolso de piel marrón, zapatitos de tacón y vestido de domingo?
-Esa es de Serrat.
-Me gusta mucho Serrat. Bueno me gustaba más antes, cuando cantaba a su pueblo blanco y al Mediterráneo.
-Centrémonos.
-Lo que quería decir es que soy incapaz de hilvanar todo lo que tengo escrito y no hago más que cambiarlo. Verás, es una historia que se desarrolla en la actualidad, pero está relacionada con otra que ocurrió hace mil años.

Asiente como si comprendiera

-Los personajes del pasado no se conforman con aparecer en la sombra y me exigen más protagonismo, así que decidí darles capítulos alternos: pasado, presente, ya me entiendes.
-Sí, sí, claro.

Demasiada vehemencia

-¿Ves?
-¿Qué?
-Que eso va a ser un lío. Así que he decidido hacerlo de otro modo y dejar que el presente adquiera todo el protagonismo y que el pasado se descubra gracias a la trama.
-Muy bien.
-Pues no, porque a mis personajes medievales no les gusta la idea y no me dejan continuar.
-Cuando dices que no te dejan continuar hablas metafóricamente ¿no?
-No oigo voces si es lo que te preocupa.
-Supongo que esto es lo que les pasa a los escritores.
-¿Y por qué lo supones?
-Las suposiciones suelen basarse en conocimientos previos.
-¿Tú siempre hablas así?
-¿A qué te refieres?
-Déjalo.
-Quizá en tu comportamiento con esta novela se esconde el deseo oculto de dejar de escribir. Quizá no quieres acabarla para no tener que empezar otra. Quizá tu subconsciente te esté diciendo algo…
-Mi subconsciente tiene línea directa con mi conciencia.
-Eso no es posible.
-Mira ahora mismo se está comunicando conmigo.
-¿Ah, sí? ¿Y qué dice?
-Que vaya sacando el monedero porque está a punto de acabarse la hora de visita.

miércoles, 15 de julio de 2009

En el espejo

Tengo la extraña sensación de haberme visto en algún sitio.

Cada mañana cuando me levanto y miró al espejo que ocupa el frontal de mi lavabo busco en él a la persona que creo que soy y me sorprendo con esa que me mira descarada y con expresión de estar riéndose de mí.

Cuando era pequeña mi madre me decía que hacerse mayor era una putada porque, cuando no tienes pruebas delante de los ojos de lo contrario, tú sigues teniendo diez años a veces, catorce otras y diecinueve la mayoría.

Durante un tiempo huí de los espejos, los escaparates de las tiendas y las bandejas de los bares. Intentaba no encontrarme a traición y en un despiste, con la cara de esa que no soy yo.

Pero es inevitable, llega un momento que tienes que reconocer que ya no te ves distinta.

Has desaparecido.

En tu lugar está ella, que sonríe y te dice que hacerse mayor es una putada.

domingo, 28 de junio de 2009

El cine, ese gran lector...

Acabo de llegar del cine de ver Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres.

En primer lugar, para todos aquellos que han pensado alguna vez leer la novela: no vayáis a ver la peli. Al menos no antes de leer el libro. El primero y el segundo.

La película me ha decepcionado enooooormemente. Elimina de la trama personajes que considero muy importantes, como la casi inexistencia de Erica Berger y la revista Millenium. Sí, la revista es uno de los personajes más importantes de la novela y en la película se la cargan de un plumazo.

He salido del cine con un regusto amargo, como siempre que veo una película basada en un libro. Bueno, casi siempre.

Los actores son lo único que quiero salvar, los dos protagonistas, tanto Mikael como Lisbeth están bien, no como yo los he imaginado, pero bien.

El director no se leyó el libro, se lo contaron mientras se tomaba unas cañas con unos amigos. De algo se enteró, que había una investigación y eso, pero de la esencia de Los hombres, res de res -que decimos aquí.

Pero si hay algo que no le perdono, algo que no puedo aguantar, es a los aguafiestas. Vale que el título es Millenium 1: Los hombres... y que la revista solo sale de refilón. Vale que hay que suprimir personajes porque la gente no tiene todo el día para pasarlo en el cine. Vale. Pero que el muy (piiii) se atreva a ir dando pistas sobre el segundo me parece de lo peor. Yo he leído los dos primeros, pero la persona que está leyendo el segundo y ha decidido creer en el séptimo arte y se ha pagado la entrada (que no es precisamente barata) para ver qué han hecho con el primer libro se ha encontrado con que le han desvelado cosas que no quería saber. Eso es imperdonable. Sobre todo en una novela negra.

Lo siento, pero si lo llego a saber no voy.

Leer, leer.

miércoles, 24 de junio de 2009

Querido Stieg Larsson

Estoy a punto de terminar la segunda parte de Millenium y llegado a este punto he decidido que quiero dedicarle una entrada.

En primer lugar diré que me río de los prejuicios de aquellos que huyen del éxito como si temieran que se les pudiera notar la mucha envidia que les produce. En segundo me río de las opiniones de "los que saben escribir" y creen que el mejor libro es aquél que aún no se ha escrito (y que, por supuesto, escribirán ellos). Y en tercer lugar me río de todos aquellos que se creen "diferentes" por no hacer algo que los demás hacen (para eso no hace falta esforzarse, ni es necesario hacer de ello un estandarte). Para ser diferente solo hace falta ser uno mismo, que dijo aquél.

Y ahora dejo de reírme.

Para decidirme a leer la novela tuve dos llamadas de atención: la ilustración de la portada de Gino Rubert (soberbia, permítanme decirlo) y la trama que nos presenta la solapa. Vaya, lo que siempre me hace escoger un libro en lugar del que está colocado a su lado en el estante o la mesa. El que mucha gente hable de un libro no afecta nunca a mi decisión de leerlo. Sí, leí El Quijote y encima hasta me gustó, lo combinaba con novelas románticas de Jazmín y Tebeos de Zipi y Zape.

Los hombres que no amaban a las mujeres es una novela fresca y resuelta. Los personajes son sorprendentes y están muy bien definidos. Te engancha desde la primera página y Larsson te acompaña todo el tiempo susurrándote ideas en el oído. Yo soy de esas que tienen la mala costumbre, cuando leo novela negra, de tratar de descubrir al asesino y, aunque esté mal decirlo, tengo buen ojo. Larsson no me dejó. Fuera tópicos, fuera consabidos hechos resultones, fuera personajes antipáticos o demasiado simpáticos. Fuera el bueno, malo. Gracias.

Lisbeth Salander es adorable, una perturbada Pippi Calzaslargas que en lugar de medias a rayas y trenzas que desafiaban a la gravedad, lleva pircings y tatuajes. Tiene una moral muy personal a la que se ciñe siempre y en cualquier situación.

Mikael Blomkvist es un periodista preocupado por hacer bien su trabajo, adicto al café (cómo le entiendo) y a su jefa Erica Berger.

La confluencia de estos dos personajes tan distintos conforma, para mí, uno de los factores más atrayentes de la novela. A parte, claro está, de la magnífica trama que Larsson se inventó (¡cómo le envidio!).

Hacerse una idea de cómo era Larsson no es nada difícil, si indagas un poco en su biografía te das cuenta de que no se diferenciaba mucho de Mikael Blomkvist. Una auténtica faena que le diera un infarto. Una gran pérdida.

¿Qué puedo decir sin desvelar nada de las novelas? Tengo un problema y es un problema serio, no soporto que los autores de los libros que leo me traten de tonta. Me gusta que me obligue a pensar, que me crea lo suficientemente inteligente como para ir dejándome pistas sutiles, no zafias. Que me hable de tú, como si realmente me respetara.

Larsson es así, te cuenta una historia que se sale de lo normal, te presenta a sus personajes y los ves dormir y comer, casi puedes oler el aroma del café recién hecho. Te estremece y te angustia y después, cuando has terminado de leer recuerdas toda la trama como si hubieses visto una película en blanco y negro.

Esta trilogía sólo tiene un defecto.

Que no la he escrito yo.

Lo recomiendo.



domingo, 7 de junio de 2009

El "Anónimos" de Miguel Sanfeliu

Soy tan poco dada a las presentaciones de libros que no fui ni a la mía. No soy muy de “religare” soy más de salsear, pero con Miguel hice una excepción y me alegro.
Fui en transporte público y aterricé en la Ciudad Condal en pleno bullicio de un viernes tarde a pleno rendimiento. Como llegué con tiempo de sobra y no quería molestar (ya me veía vagando por la librería cargada de libros, que no se me puede dejar sola en medio de tanta bacanal, que me conozco) me colé en el H&M para empaparme de verano. Solo de visita que el probeteo cansa mucho.

Llevaba veinte minutos en la ropería y ya estaba cansada cuando recibí la llamada de mi acompañante. Quedamos a la altura de Aragó y nos dirigimos a la Librería Bertrand. Por la mañana la había buscado en el Street View porque no la conocía y me llevé una gran sorpresa. Resulta que la librería era una tienda de ropa, Musgo, para más detalles. Bueno, pensé, o el Street View no lo actualizan o Miguel va a ser muy original.

La Librería Bertrand existe, además es una magnífica librería en la que sería un gusto perderse una noche cuando hubiesen cerrado. Que me dejen tan sólo la cafetera conectada, con eso me apaño.

Reconocí a Miguel en cuanto le vi, y me parece que a él le ocurrió lo mismo. Lo primero que hice después de saludarle es irme a buscar su “Anónimos” y más después de comentarme, preocupado, que los libros no habían llegado y que tan solo habían unos poquitos que había traído el editor. Lo ojeé por encima y leí las cuatro primeras líneas. Miguel, sin duda.

Charlamos, se notaban sus nervios por un nuevo estreno. Llegó una mujer con un mechón muy sospechoso y nos acercamos la una a la otra, frunciendo el ceño y sonriendo, al mismo tiempo: ¿Rosa? ¿Antonia? Nos dimos un abrazo. Habíamos hablado por teléfono en alguna ocasión, ella me hizo una entrevista para Anika (gracias Anika, no lo he olvidado) e hizo una reseña en la revista Anika entre libros. Conocerla fue un placer. Hablamos de su próxima publicación y de la Comisaria Cornelia Weber-Tejedor. Después Miguel me presentó a Francisco Machuca que publica el blog “El tiempo ganado” y al que no conocía.

Nos sentamos, cada uno como su intención le dio a entender. Yo en la segunda fila, que la primera me da mucho respeto. Yo era la de “rizos castaños sobre el cuello de una blusa de cuadritos vichy azul marino y blanco”. Hola Lludia.

Con los nervios de Miguel y la sonrisa de Hilario J. Rodríguez, el editor, que me perdone, pero no recuerdo el nombre, inició la presentación.
Care Santos fue la encargada de hablar de Anónimos y, de paso, nos explicó cómo veía ella a Miguel, el escritor. Su charla fue amena y entretenida y me entraron ganas de abrir el librito allí mismo y ponerme a leer. Me contuve. Tiene tablas, la Santos.

Miguel habló de sus motivos para escribir y nos contó una anécdota personal con un tío suyo, muy interesante. Fue dejando los nervios, poco a poco y nos hizo disfrutar de escucharlo. A Hilario J. Rodríguez, no le conocía y me pareció un autor muy interesante.

Y ahora lo que me ha traído hasta aquí.

Anónimos es un librito con una presentación muy atractiva. Cada relato está ilustrado por el propio Miguel y los dibujos son muy interesantes. Consta de cuatro cuentos que, por supuesto, no os voy a explicar. La manera de narrar de Miguel, ya la conocía, es claro y brillante como el sonido de una guitarra acústica. En sus cuentos prima la sencillez y riqueza del lenguaje, puedes visualizar la escena como si estuviese sucediendo delante de tus ojos. Oyes el sonido de las bombas, sientes el miedo al abrir el sobre, el lento movimiento del rey al caer, o el dolor del golpe en el estómago. Todo con un realismo natural.
Tiene el sello de Miguel Sanfeliu y estoy segura de que éste es sólo el principio.

lunes, 18 de mayo de 2009

Certificado de existencia


CERTIFICADO DE EXISTENCIA

Ah ¿quién me salvara de existir)
Fernando Pessoa

Dijo el fulano presuntuoso /
hoy en el consulado
obtuve el habitual
certificado de existencia

consta aquí que estoy vivo
de manera que basta de calumnias

este papel soberbio / irrefutable
atestigua que existo

si me enfrento al espejo
y mi rostro no está
aguantaré sereno
despejado

¿no llevo acaso en la cartera
mi recién adquirido
mi flamante
certificado de existencia?

vivir / después de todo
no es tan fundamental
lo importante es que alguien
debidamente autorizado
certifique que uno
probadamente existe

cuando abro el diario y leo
mi propia necrológica
me apena que no sepan
que estoy en condiciones
de mostrar dondequiera
y a quien sea
un vigente prolijo y minucioso
certificado de existencia

existo
luego pienso

¿cuántos zutanos andan por la calle
creyendo que están vivos
cuando en rigor carecen del genuino
irremplazable
soberano
certificado de existencia?

Mario Benedetti

miércoles, 11 de marzo de 2009

Santino

Llevaba mucho tiempo esperando que algo así ocurriera.

En el fondo, debo reconocer, lo ansiaba.

He ido tres veces al zoológico en mi vida, la primera para conocerlo yo, la segunda para que lo conociera mi hijo mayor y la última para que fuese mi pequeña la que lo visitara. Mi misión para con ellos era constatar lo injusto y antinatural de ese recinto para criaturas que no han hecho nada que justifique su encierro. No era necesario, ellos mismos comprendían enseguida lo antinatural de aquel lugar y nunca pidieron volver.
Me irrita y me indigna ver a los gorilas observando a los que los observan, con una mirada tristísima. Me subleva la minúscula piscina en la que viven los delfines y las orcas en lugar del mar que les es debido. Bueno, no es necesario que haga un recorrido por todo el reino animal allí prisionero, para denunciar lo que me provoca ese "lugar para niños".

Esta aversión germinó, quizá, viendo la película "El Planeta de los Simios", basada en la novela homónima de Pierre Boulle. Hablo de la original, por supuesto, no ese bódrio que hicieron con la simia a lo Michael Jackson.

No lo sé, la mente es tan esponja que todo es posible.

Por eso cuando vi en televisión a Santino reí con ganas imaginando al inteligente chimpancé lanzando piedras a sus visitantes. Piedras que primero recolecta y guarda hasta la llegada de los mirones. De manera que este homínido se prepara para "atender" a sus visitas, incluso es capaz de conseguir esas piedras golpeando el hormigón de su celda en las partes que sabe débiles.

Una maravilla, vaya.

Me fascinan los homínidos, los gorilas, chimpancés y orangutanes y desprecio profundamente a quienes los cazan para utilizar sus manos, por ejemplo, de ceniceros.

Santino es el primero. Espero que no sea el único.

¡Bien por Santino!

PD: Alguien debería averiguar el nombre de sus padres. Si se llaman Cornellius y Zira, desconfíen...

domingo, 22 de febrero de 2009

¿Un café?

El café es un amigo. Me dice que escriba, me relaja, me estimula.

Con leche sabe a niños antes del colegio, a compañeros de trabajo mirándote a los ojos para decirte que todo sigue igual en sus vidas, a libro y gafas en el sillón.

Cortado sabe a resopón en casa de los suegros, a pastas y todos hablando a la vez.

Con leche condensada, sabe a mami, a tardes de charla y recuerdos, a infancia, a viejas amigas.

Sólo, sabe a necesidad, a prisa, a debilidad manifiesta.

Capuchino sabe a terraza, a mirarlo todo con ilusión, cuéntame que tengo tiempo.

Helado sabe a consuelo, a largo y dulce consuelo.

Express, siempre Express

viernes, 20 de febrero de 2009

20 de febrero de 1965

El Mar de la Tranquilidad: 5 Segundos para el Impacto

El 20 de febrero de 1965 la sonda espacial Ranger 8 ("Guardabosque", en inglés) se estrelló en la Luna . Transmitiendo rápidamente una serie de fotografías a los controladores de tierra, su cámara grabó ésta a una altitud de unos 11 kilómetros, 5 segundos antes de impactar la superficie lunar. De dos kilómetros de ancho y con objetos visibles de 4 metros de tamaño, la imagen es de un área en el Mar de la Tranquilidad al norte del sitio de alunizaje de la Apolo 11 .

La estación automática Ranger representaba los primeros intentos de los EE.UU. para obtener fotos de alta resolución de la Luna, volando un curso de colisión hacia áreas seleccionadas y enviando de regreso fotografías hasta el momento del impacto.

+++++++++
Un estudio de la Universidad de Warwick en Darmoth College, publicado en la revista Social Science & Medicine, revela que el riesgo de padecer depresión tiene su nivel máximo a la edad de 44 años.

Las mujeres de más de 44 años es el colectivo que más destaca entre los que buscan su primer empleo.

Por suerte, ni conozco a nadie en Warwick ni estoy en el paro...

Portada de La Vanguardia

20 de febrero de 1965

jueves, 12 de febrero de 2009

200 años...


Es curioso, pero aunque hace ya más de veinte años que conozco a ese estupendo y divertido ser humano evolucionado que es mi suegro, todavía no he conseguido atravesar la dura capa estructurada en su cerebro que protege la idea de que si una taza no puede hacerse sola, el ser humano, que es mucho más perfecto y complejo, menos.

Supongo que si Darwin hubiese tenido el placer de sentarse a charlar con Julián, una de dos, o le habría estampado en la cabeza “El origen de las especies” o se hubieran tomado unos vinos a carcajada limpia.

Y es que eso de aceptar que estamos aquí, no se sabe para qué, no es fácil.

Frente a los que creemos en la teoría de la evolución están los creacionistas. El creacionismo en Teología supone que el alma personal de cada ser humano es resultado de un acto especial de creación por parte de Dios.

Pero es que ahora hay un creacionismo científico que postula contra la veracidad de la teoría de la evolución. Hablan del “darwinismo”, englobando en esa palabra todas las teorías científicas que han trabajado para demostrar el hecho evolutivo, y lo catalogan como una “teoría más”. Los creacionistas aseguran no estar necesariamente vinculados a ninguna religión, pero creen en un diseño inteligente. Y yo me pregunto ¿quién es ese diseñador?

En la afirmación de que el creacionismo no tiene nada que ver con la religión se esconde una contradicción obscena. Cito: “Esta teoría no habla estrictamente de un dios, sino de un ser superior con capacidad para concebir y configurar el mundo tal y como lo conocemos.” ¡Anda, mi madre! ¡Es verdad! No se refiere a un dios…"(ver aquí)

Charles Darwin nació el 12 de febrero de 1809 en Shrewsbury, Inglaterra.
El 24 de noviembre de 1859 aparece El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida.
El primer día se agotaron los 1250 ejemplares que publicaron.
Darwin expone en él sus estudios sobre la selección natural y la teoría de la evolución.

"Es interesante contemplar un enmarañado ribazo cubierto por muchas plantas de varias clases, con aves que cantan en los matorrales, con diferentes insectos que revolotean y con gusanos que se arrastran entre la tierra húmeda, y reflexionar que estas formas, primorosamente construidas, tan diferentes entre sí, y que dependen mutuamente de modos tan complejos, han sido producidas por leyes que obran a nuestro alrededor."
El origen de las especies, Charles Darwin

viernes, 23 de enero de 2009

En la consulta

-Doctor, me cuesta un imperio levantarme temprano, tengo dolor en las articulaciones, mis ojos están cansados, a veces digiero mal lo que como, se me cae el pelo y ya no puedo subir las escaleras de dos en dos. A veces tengo la sensación de que nada tiene sentido y me sobreviene una gran tristeza. En cambio otras me encuentro pletórico y lleno de ilusión.

El médico asentía con la cabeza al escucharle, mientras revisaba los análisis y las radiografías que el paciente traía consigo.

-¿Es grave doctor? Sobre todo dígame si tiene solución.

-Pues verá, una vez hecho el diagnóstico y revisadas todas las pruebas, no hay duda. La enfermedad que le aqueja es mortal de necesidad.

El paciente palideció y se agarró con fuerza a los reposabrazos de la silla.

-Se llama Vida, es un mal que desgasta mucho y para el que solo hay una cura.


Morirse.

viernes, 9 de enero de 2009

Hay de todo, como en botica

Para esos que te piden una colaboración y nunca responden a la recíproca
(nadie te obligó)

Para los que te piden un libro y se lo quedan
pero si ya tienes muchos!)

Para los que te dicen que te enviarán un libro y nunca más se supo
(dije noviembre, pero ¿mencioné de qué año?)

Para los que se presentan en tu casa sin avisar... y se invitan a cenar
(donde comen cuatro, comen catorce)

Para los que te dicen que te quieren y por eso te hacen daño
(ya lo dice el refrán)

Para los que se preocupan por ti diciéndote la mala cara que haces
(si eres fea ¿qué culpa tengo yo?)

Para los que aseguran admirarte mientras te ignoran
(es que a tu lado me siento tan pequeño
que tengo que hacer como si no estuvieses)

Para los que se acuerdan de ti cuando necesitan que les escuchen
(pero si en el fondo te gusta)

Para los que siempre te dicen la verdad
(alguien tiene que decírtela)

Para los que nunca se acuerdan de tu cumpleaños
(¿es que era fiesta?)

Para todos ellos un fuerte abrazo.

¿Qué sería del mundo sin variedad?
Sería... como una frutería donde solo hubiesen tomates
(¡mmmm, qué ricos los tomates!)
Una sosería, vaya.

domingo, 4 de enero de 2009

Cargando la mochila

El nuevo año invita siempre a hacerse grandes propósitos. No he querido revisar la lista del año pasado porque no quiero autoflagelarme, pero creo que algo sí que he madurado, como me ocurre desde que cumplí los quince. Así que esta vez quiero hacer algo distinto, otro tipo de lista. Lo que no va a cambiar es que el compromiso es, tan solo, conmigo misma. Mi peor guardián.

Me comprometo a no deprimirme por:
Que no me toque la lotería
(incluso si se da el hecho de que compre un número)
Que no me llame ningún agente
(y no me refiero solo a Carme Balcells)
Que mi novela no esté entre las más leídas
(ni entre las 500 más leídas ¿véis como sí soy optimista?)
Que vuelvan a declarar desierto un premio al que me presente
(esto va a ser difícil, no tengo intención de presentarme a ninguno...)
Que la vida no me deje tiempo para escribir
(anda que no hay otras cosas en la que perderlo)

Y también me comprometo a:
No darle el coñazo (perdón) con mis neuras de escritora frustrada. Véase:
-No tengo tiempo de escribir
-No me llama ningún editor
-No me llama ningún agente
-Lo que pasa es que no valgo

Algún día tendrán que hacer un monumento al compañero del escritor anónimo.
Ese que vive contigo y te ve caer y levantarte como si tu vida fuese una montaña rusa en la que lo más divertido es que vayas en línea recta.
Ese al que estudias la mirada cuando lee algo tuyo y al más mínimo gesto le tiras encima el "lo sabía, no vale".
Ese al que le pides total sinceridad y le aseguras que no va a dolerte, que estás preparada, y después de que se "sincere" ve en tus ojos que si no estuvieses sujetándote las manos, estarían descansando en su cuello.
Ese que una vez, hace ya mucho tiempo, dijo que sí, que quería, sin saber que la que llevaba de la mano era un planeta emocional, una bola de fuego sensible. Una escritora.


Quien los conoce, sabe de lo que hablo.


jueves, 1 de enero de 2009

Feliz Año 2009

Feliz Año Nuevo para todo aquél que entre en este blog
(y también para los demás).

No os digo que se os cumplan todos vuestros deseos
porque, es posible, que eso que deseáis no sea lo que os hará felices
(tengo algunas experiencias de esas).

Os deseo lo mejor que, muchas veces, es una incógnita.