jueves, 30 de diciembre de 2010

¡¡¡Feliz Año 2011!!! (mírala, qué original ella...)

Os deseo a todos una muy feliz entrada en el nuevo año.

En cuanto al resto de los 365 días de este 2011 que se empeñan en presentarnos como funesto, espero que los tengáis de todos los colores del arcoiris. Que viváis emociones, consigáis logros personales, tengáis dulces momentos, os relajéis, os enganchéis, disfrutéis, riáis...


En fin, que viváis la vida intensamente, que es la única manera de poder hacer todo esto y más.

Mucha felicidad para todos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Premio literatura entretenida

Carmen (gracias por pensar en mí), me ha pasado el testigo de este premio, basado en un meme, en el que se busca encontrar los cinco libros más entretenidos, según el criterio de lectores blogueros.

El problema que me surgió para poder realizar la selección fue el motivo escogido: que sean entretenidos. No sé vosotros, pero si un libro no me resulta entretenido, no tengo ningún problema en cerrarlo y ponerlo en el montón de “libros para regalar” (que para gustos, los colores). Así que cualquier libro que forme parte de mi biblioteca particular ha de

entretener.
1. tr. Distraer a alguien impidiéndole hacer algo. U. t. c. prnl.
2. tr. Hacer menos molesto y más llevadero algo.
3. tr. Divertir, recrear el ánimo de alguien.

Sí, hay mucho donde elegir –pensé–, pero quizá en el problema radica la solución. Escojamos lo que escojamos: acertamos.

Ahí va mi lista, una de las mil.

Jane Eyre, Charlotte Brontë.
Pasé ante el espejo otra vez. Involuntariamente mis ojos fascinados dirigieron una mirada al cristal. Todo parecía en el espejo más frío y más sombrío de lo que era en realidad, y la extraña figurita que, en el rostro lívido y los ojos brillantes de miedo, aparecía en el cristal se me figuraba un espíritu, uno de aquellos seres, entre hadas y duendes, que en las historias de Bessie se aparecían a los viajeros solitarios.

Orgullo y Prejuicio, Jane Austen.
–El orgullo –observó Mary, que se preciaba mucho de la solidez de sus reflexiones–, es un defecto muy común. Por todo lo que he leído, estoy convencida de que en realidad es muy frecuente que la naturaleza humana sea especialmente propensa a él, hay muy pocos que no abriguen un sentimiento de autosuficiencia por una u otra razón, ya sea real o imaginaria. La vanidad y el orgullo son cosas distintas, aunque muchas veces se usen como sinónimos. El orgullo está relacionado con la opinión que tenemos de nosotros mismos; la vanidad, con lo que quisiéramos que los demás pensaran de nosotros.

La elegancia del erizo, Muriel Barbery.
Aparentemente, de vez en cuando los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir.

El mercader de Venecia, William Shakespeare.
-La garantía que exijo –dijo el judío- es que Antonio me firme ante escribano un documento en el que conste que si antes de un trimestre no se me devuelve la suma prestada, tendré derecho a cobrarme cortando una libra de carne del cuerpo de él y de la parte que yo elija.

La casa de los espíritus, Isabel Allende.
La pequeña Clara leía mucho. Su interés por la lectura era indiscriminado y le daban lo mismo los libros mágicos de los baúles encantados de su tío Marcos, que los documentos del Partido Liberal que su padre guardaba en su estudio. Llenaba incontables cuadernos con sus anotaciones privadas, donde fueron quedando registrados los acontecimientos de ese tiempo, que gracias a eso no se perdieron borrados por la neblina del olvido, y ahora yo puedo usarlos para rescatar su memoria.

Paso el testigo

Alicia, del blog Alicia reloaded
Miguel, del blog Cierta distancia
Graciela, del blog Las palabras son mis ojos
Isabel, del blog Mujeres de Roma
Fer, del blog Yo no nací para ser culto

Y todos los que quieran hacer su lista, están invitados.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Madrid, 2 de diciembre de 2010

En primer lugar quiero dar las gracias a los que hacen posible el milagro de Imprimátur, una Fundación que actúa de mecenas para autores desconocidos, que nos esforzamos en encontrar el modo de atravesar esa jungla, que es la publicación de una obra literaria.

He de reconocer que tuve muchas dudas antes de presentar mi novela a concurso. Por un lado, el conocimiento que tenemos todos los que nos movemos en este mundillo de que los premios están, en muchos casos, preconcedidos o “apalabrados” –bonita palabra–. Por otro lado el miedo a la decepción, una emoción cotidiana si te dedicas a esto de escribir, pero de la que todos prescindiríamos si pudiésemos.

Después de la experiencia de estos meses, he aprendido que todavía hay personas altruistas que creen en nosotros, los escritores poco o nada conocidos, que tardamos dos años en escribir una novela. Que empleamos horas y horas en documentarnos. Que trabajamos en trabajos que nada tienen que ver con nuestra vocación, porque no solo de letras vive el escritor (ni la escritora). Que tenemos familias a las que atender y que cada hora que empleamos en escribir se la hemos quitado a la porción de vida que nos tocaría disfrutar.

Sí, estos señores de Imprimátur creen en nosotros y ese descubrimiento es una bocanada de aire fresco. Una palmada en la espalda de alguien que te dice: vale la pena seguir escribiendo
.

Deseo de todo corazón que algún día, alguno de los que salimos reforzados de estos premios lleguemos a la meta. Ese lugar, en el que escribir, sea nuestro único trabajo.

Ese día nos acordemos de Imprimátur
Gracias
.

Este es el discurso que leí al finalizar el acto. Me temblaban las piernas ( lo mío no es hablar), pero el atril tras el que me ocultaba lo disimuló muy bien.

Después fue hora de firmar libros y conocer a gente estupenda. Os dejo unas fotos para que os hagáis una idea y desde aquí mando un beso a todos con los que compartí aquel día, en un Madrid que, a pesar del frío, nos hizo sentir como en casa.

Mª Victoria, Accésit de Novela con "Desde mi olvido"

Lorea, Ganadora en la modalidad de Poesía por "El Grito ahorcado"

Pilar, Ganadora en la modalidad de Relato por "El Tesoro"

Pedro, finalista en la modalidad de Relato por "Memorias de un guerrero"

Con Ignasi Riera, un intelectual como la copa de un pino.

Luisa, ilustradora de las portadas.

Salvador, Ganador en la modalidad de Novela de la Edición anterior

Y llegó el momento de Firmar...






La música de estas dos virtuosas y encantadoras mujeres, nos acompañó durante toda la velada, haciendo la tarea de firmar libros mucho más agradable. Una de ellas, Elena Aker (la que toca el arpa), me sorprendió con unos injustificados elogios que desde aquí le agradezco. Os dejo su página web por si queréis echarle un ojo.

En fin..., esto es todo. Espero que si tenéis a bien leer mi novela os haga disfrutar, cómo mínimo, lo que yo disfruté ese día.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Mírala, mírala...


Hace años estuve ya en la capital de España, pero entonces fue una experiencia amarga, que muchos ya conocéis, por culpa de una mal llamada editorial. Recuerdo que apenas pude ver la Rendición de Breda a través de las lágrimas.

Pienso resarcirme y verme el Prado de punta a punta.

Y la ciudad, si el frío me da un poco de tregua, que soy de las que se acobarda.

A la vuelta os cuento.

viernes, 26 de noviembre de 2010

... ahora que somos tan felices

"–¡Vamos! –murmuró–. No voy a morirme ¿verdad? Él no va a separarnos ahora que somos tan felices".

La parcela de vida que uno dedica a escribir, es siempre una andadura solitaria. En cierta manera es la constatación de una realidad más amplia que nos hace experimentar la auténtica esencia del ser humano. O sea, que estamos siempre solos con más o menos compañía.

Charlotte Brontë, sin embargo, compartió con Emily y Anne el oficio de escribir. No puedo imaginar cómo de maravillosas debían ser aquellas noches, a la luz de las velas, compartiendo las tres hermanas lo que cada una había escrito. Casi puedo imaginarlas con unas cuantas cuartillas en la mano, deambulando por la sala y emulando en voz alta a Rochester, Heathcliff o Gilbert.

Quizá por este motivo, por esta genuina forma de escribir que tenían las Brontë, la tragedia de perder a sus hermanas fuese para Charlotte mucho más terrible aún.

"El mayor tormento es cuando acaba la tarde y llega la noche. A esa hora solíamos reunirnos en el comedor, solíamos hablar. Ahora me siento aquí sola: y guardo un silencio forzoso. No puedo dejar de pensar en sus últimos días, recuerdo sus sufrimientos, y lo que hicieron y dijeron y la expresión de aflicción mortal".

"No sabe cuánto deseo conocer alguna opinión aparte de la mía, y lo desalentada, desesperada a veces, que me he sentido porque no había nadie a quien pudiera leerle una línea o pedirle consejo".


Esa angustia se respira en Villette, de principio a fin, y la atmósfera que logra, llega a ser agobiante en algunos momentos. Lo cual me hace pensar ¿cuánto hay de las tres hermanas en cada una de las obras que escribieron durante la época en que compartían ideas y lecturas nocturnas?

La respuesta es obvia, las tres estaban pululando por entre las líneas de sus textos, las tres observaban y narraban, las tres dejaban avanzar, o cortaban el paso, al personaje creado.

Jane Eyre es Charlotte Brontë, no tengo la menor duda, pero oculta en su pecho a la apasionada Emily y a la rebelde Anne.

Las palabras con las que he iniciado esta entrada son las última que pronunció Charlotte antes de morir. Hacía menos de nueve meses que se había casado con Arthur Bell Nicholls (dear boy), dejando atrás la terrible soledad que la acompañó desde la muerte de sus hermanas. Estaba embarazada y para una constitución tan débil como la suya, delicada de salud y escuálida, fue demasiado. La muerte le sobrevino justo en el momento en el que volvía a ser feliz. ¿Cuántas historias se fueron con ella? ¿Cómo serían sus personajes de haber podido compartirlos con el que se convirtió en su viudo?
Patrick Brontë, vio morir a su mujer y a todos sus hijos.

El sábado 23 de marzo por la mañana, temprano, el solemne toque de la campana de la iglesia de Haworth anunció la muerte de Charlotte Brontë a los vecinos que la conocían desde niña y que se estremecieron al pensar en los dos hombres solos y desolados sentados en la vieja casa gris.


Extractos de "La vida de Charlotte Brontë, de Elizabeth Gaskell"

sábado, 20 de noviembre de 2010

Señoras y señores con ustedes: Mike Tompkins

Mike Tompkins es un jovencisimo ingeniero de producción que domina la posproducción como si hubiese comido con ella desde los doce años(tiene veintipico). Me ha dejado boquiabierta y pensando que si todavía queda gente así por el mundo, es que aún hay esperanza. Por cierto, es de Ontario.





domingo, 14 de noviembre de 2010

No me envíes hoaxes, por favor

Supongo que no soy yo sola, pero mira que me da rabia que mis amigos me aten a sus cadenas de mensajes. No me gustan los pps, ni los mensajes de autoayuda aderezados con música relajante e imágenes preciosistas. Pero sobre todo, no me gustan las cadenas de mensajes que te anuncian supuestas catástrofes personales, mundiales, apocalípticas o terroríficas, apoyadas en una sarta de mentiras, que nadie se molesta en comprobar antes de darle al botón de reenviar. Son los llamados hoax (engaño) que instan a enviar a todos tus contactos para “avisarles” de terribles desgracias que les amenazan.

Hay personas más adictivas que otras a este tipo de correos que lo único que buscan es conseguir mails a los que bombardear con spam. Todos tenemos algún amigo, conocido o familiar de esos que te cuentan como le echaron mal de ojo a un amigo de un vecino de su primo del pueblo. ¿Quién no ha discutido alguna vez con alguien que piensa que vio el arcoiris en un día despejado porque alguien del más allá trataba de comunicarse con él?

¿A qué se debe la propagación de estos mensajes, muchas veces absurdos, sin la menor retención y sospecha por parte de quien lo envía?

No hace mucho recibí uno en el que se me avisaba de un terrible virus que me llegaría a través de hotmail a modo de actualización de Windows live o no sé qué. Según el correo que me envió una amiga Mcafee había dado la voz de alarma. Entonces yo me pregunté ¿y los de Microsoft se han ido de vacaciones a Marte? ¿Por qué nadie les ha avisado a ellos? Lo primero que hice fue buscar información sobre ese virus y me costó menos de tres minutos salir de dudas y comprobar que era un hoax más.

De entrada, si recibo un correo en el que se me indica que debo avisar a todos mis amigos y conocidos de cualquier cosa, me resulta sospechoso (lo de la boda de tu hermano no cuenta). No hablemos ya de los que te dicen que te van a regalar un euro por cada persona a la que se lo envíes. Hace ya unos cuantos años que sé quién es el ratoncito Pérez.

¿Y nadie se ha fijado en las faltas de ortografía de estos mensajes? ¿O la traducción chapucera del inglés? ¡Pero si hacen daño a la vista!

Según el Ministerio de Sanidad patatín, patatán… ¿y dónde está el enlace a la página del susodicho Ministerio donde se avisa del peligro?

Seguro que habéis recibido mensajes como estos:

–El primer avión que se estrelló contra las torres gemelas en New York era un Q33. Si escribes Q33 NY en Word con la fuente Wingdings no vas a dormir esta noche. Hacer la prueba.

Lo que ocurre es que ninguno de los aviones que fueron tomados por terroristas aquel aciago día era un Q33, de hecho no existe ningún avión con esas siglas. Esta macabra cadena se la debemos a algún bromista con demasiado tiempo libre (¿te has planteado aprender a tocar el ukelele?).

–Si estás siendo obligada por un ladrón para retirar tu dinero de un cajero automático, lo puedes notificar a la policía marcando tú PIN al revés. Esto rara vez se utiliza porque la gente no lo sabe.
Claro, los bancos se guardan esta información porque les encanta tener que cubrir las cantidades sustraídas a sus clientes.

Ya no hablemos de las cadenas solidarias, de los avisos sobre productos alimentarios que contienen venenos o provocan enfermedades graves.

En fin, antes de darle a reenviar piénsatelo dos veces. Sobre todo si tienes mi correo.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Selección de Relatos Breves

I Certamen Literario Ciudad Galdós
Ciudad Alta - Las Palmas de Gran Canaria

El pasado día 4 de noviembre, se celebró la entrega de premios del I Certamen Literario Ciudad Galdós a la que, sintiéndolo mucho, no pude asistir.

En el Acto se presentó el libro publicado por edicones Bilenio "Selección de Relatos Breves" que contiene los relatos ganadores.

Desde aquí mi felicitación para los demás autores. Estoy deseando leer sus relatos.


Pena, de Víctor Manuel Martínez López, de Madrid.
Para una voz azul, de Paloma Díez Temprano, de Madrid.
Cuentos chinos, de Lía Carmen Fiol Don, de Agüimes (Gran Canaria).
Bilbao. Rumbo 225, de Ramón Zarragoitia Mezo, de Vizcaya.
Nada de poesía, de Antonia Romero, de Barcelona.
El misterio del amor, de Salvador Robles Miras, de Bilbao.
Invisible, de Pako Santos Chillón, de Barcelona.
Tan frágil como una hormiga, de Eva María Medina Moreno, de Madrid.
Amor imposible, de Carlos Villanueva Villaverde, de Madrid.
El puente, de Juan José Lomas Sáez, de Barcelona.
Los sueños y los miedos, de Kydia Mateos, de Montevideo (Uruguay).
Llamar a la puerta, de Salvador Robles Miras, de Bilbao.
Matilda, de Lucía Torrent Navarro, de Las Palmas de Gran Canaria.
La armónica de Cristina, de Nery Aragonés Sánchez, de Madrid.

Las Palmas de Gran Canaria a 10 de mayo de 2010, en el 167 Aniversario del Nacimiento de Benito Pérez Galdós



lunes, 1 de noviembre de 2010

No me envíes hoaxes, por favor

Supongo que no soy yo sola, pero mira que me da rabia que mis amigos me aten a sus cadenas de mensajes. No me gustan los pps, ni los mensajes de autoayuda aderezados con música relajante e imágenes preciosistas. Pero sobre todo, no me gustan las cadenas de mensajes que te explican supuestas catástrofes personales, mundiales, apocalípticas o terroríficas apoyadas en una sarta de mentiras que nadie se molesta en comprobar antes de darle al botón de reenviar. Son los llamados hoax (engaño) que tienes que enviar a todos tus contactos para “avisarles” de terribles desgracias que les amenazan.

Hay personas más adictivas que otras a este tipo de correos que lo único que buscan es conseguir mails a los que bombardear con spam. Todos tenemos algún amigo, conocido o familiar de esos que te cuentan como le echaron mal de ojo a un amigo de un vecino de su primo del pueblo. ¿Quién no ha discutido alguna vez con alguien que piensa que vio el arcoiris en un día despejado porque alguien del más allá trataba de comunicarse con él?

¿A qué se debe la propagación de estos mensajes, muchas veces absurdos, sin la menor cuarentena por parte de quien lo envía?

No hace mucho recibí uno en el que se me avisaba de un terrible virus que me llegaría a través de hotmail a modo de actualización de Windows live o no sé qué. Según el correo que me envió una amiga, Mcafee había dado la voz de alarma. Entonces yo me pregunté ¿y los de Microsoft se han ido de vacaciones a Marte? ¿Por qué nadie les ha avisado a ellos? Lo primero que hice fue buscar información sobre ese virus y me costó menos de tres minutos salir de dudas y comprobar que era un hoax más.

De entrada, si recibo un correo en el que se me indica que debo avisar a todos mis amigos y conocidos de cualquier cosa, me resulta sospechoso (lo de la boda de tu hermano no cuenta). No hablemos ya de los que te dicen que te van a regalar un euro por cada persona a la que se lo envíes. Hace ya unos cuantos años que sé quién es el ratoncito Pérez.

¿Y nadie se ha fijado en las faltas de ortografía de estos mensajes? ¡Pero si hacen daño a la vista!

Según el Ministerio de Sanidad patatín, patatán… ¿y dónde está el enlace a la página del susodicho Ministerio donde se avisa del peligro?

Seguro que habéis recibido mensajes como estos:

–El primer avión que se estrelló contra las torres gemelas en New York era un Q33. Si escribes Q33 NY en Word con la fuente Wingdings no vas a dormir esta noche. Hacer la prueba.
Lo que ocurre es que ninguno de los aviones que fueron tomados por terroristas aquel aciago día era un Q33, de hecho no existe ningún avión con esas siglas esta macabra cadena se la debemos a algún caradura con mucho tiempo libre.


–Si estás siendo obligada por un ladrón para retirar tu dinero de un cajero automático, lo puedes notificar a la policía marcando tú PIN al revés. Esto rara vez se utiliza porque la gente no lo sabe.
Claro, los bancos se guardan esta información porque les encanta tener que cubrir las cantidades sustraídas a sus clientes.

Ya no hablemos de las cadenas solidarias, de los avisos sobre productos alimentarios que contienen venenos o provocan enfermedades graves.

En fin, antes de darle a reenviar piénsatelo dos veces. Sobre todo si tienes mi correo

domingo, 31 de octubre de 2010

Certámenes Literarios Imprimátur



CERTÁMENES LITERARIOS IMPRIMÁTUR

Fallo del Jurado II Edición

Categorías de novela, ensayo y teatro

PRIMER PREMIO
:

NEFERTARI (Antonia Romero) POR "LA TUMBA COMPARTIDA".

SEGUNDO PREMIO:
VIRIATO POR "DESDE MI OLVIDO".

TERCER PREMIO:
BLANCO EN APRIETOS POR "SEIS HOBRES INCOMPLETOS".

Categorías de relato corto y cuento.
PRIMER PREMIO:
Mª DEL PILAR FLORES CAMPELO POR "EL TESORO".

SEGUNDO PREMIO:
RAQUEL VILLANUEVA LORCA POR "TODO PUEDE SER AHORA".

TERCER PREMIO:
PEDRO POR "MEMORIAS DE UN GUERRERO".

Categorías poesía
PRIMER PREMIO:
LOREA OTSOA HONORATO POR "EL GRITO AHORCADO".

SEGUNDO PREMIO:
ZARA PATRICIA MORA VÁZQUEZ POR "LA SOMBRA".

TERCER PREMIO:
IRIAMAKASHA POR "CON EL CORAZÓN EN LA MANO".

lunes, 25 de octubre de 2010

Aprendiendo a respirar

Una de las personas a las que di a leer mi primera novela, me escribió tres folios después de leerla. Guardo aquellas líneas en mi caja de tesoros, junto a las cartas que me escribieron aquellos que me importaron, recuerdos de mi niñez y la pipa que le regalé a mi padre para que dejase de fumar porque me dijeron que fumar en pipa no era tan malo.

En aquel escrito hay mucho de ella y algo de mí, todo lo que creyó reconocer como mío y lo que yo dejé escrito como algo suyo. No me conocía mucho, pero me emocionó igual.

Cuando nos leen los nuestros, los de toda la vida, nos miran con sorpresa y tratan de encontrarse entre las página del libro, escondidos en un personaje misterioso que será como ellos creen ser. Siempre se equivocan. Nunca se reconocen. Y es que nadie es como cree ser. O nadie es como los demás creen que son. Cualquiera de las dos afirmaciones me sirve.

Soy de las que piensa que el autor está siempre presente y que una novela en la que el autor no se retrate es imposible de escribir. No escucho nunca a aquellos que me dicen que el autor no debe nunca dirigirse al lector, que el lector no debe reconocer al autor en su obra. No escucho nunca a nadie que me diga cómo debo escribir. Como tampoco escuché nunca a quien me dijo qué debía leer.

En estos momentos estoy leyendo la biografía de mi adorada Charlotte Brontë, escrita por Elizabeth Gaskell, y la otra noche mientras leía una de sus cartas a Sr. W.S. Williams no pude evitar una sonrisa de satisfacción. Cito:

Muy señor mío: Acabo de leer “Rosa, Blanca y Violeta” (G.H. Lewes) y le diré lo que me parece como mejor pueda. No sé si es superior que Ranthorpe porque Ranthorpe me gustó mucho. Pero en todo caso tiene más de una virtud. Creo que posee la misma fuerza pero más plenamente desarrollada.
El carácter del autor se ve en todas las páginas, y eso da interés al libro, mucho más que cualquier historia. Pero es lo que dice el escritor lo que atrae, mucho más que lo que pone en labios de sus personajes. G.H. Lewes es el personaje más interesante del libro sin la menor duda.

Sonreí y recordé aquellas tres páginas en las que me conminaban a no dirigirme nunca al lector. Como buena Filóloga me daba una serie de pautas a las que debía atenerme y barreras que nunca debía traspasar. Aquella fue la primera lección auténtica que recibí como escritora, luego vendrían otras, en la que aprendí que el escritor ha de ser, sobre todo y por encima de todo, fiel a sí mismo.

Gracias, Esperanza. Gracias Charlotte.

jueves, 21 de octubre de 2010

Otoño

Me gusta como el cielo recorta la silueta de Montserrat cuando camino hacia el trabajo. Me gusta el sonido que hacen las hojas de los árboles movidas por el viento.

Me gusta la sensación de los primeros fríos, cuando tu piel aún guarda el calor del verano y la caricia del aire es fresca y dulce.

Me gusta despertarme cuando aún es de noche y salir de casa con el día recién estrenado.

Me gusta el alivio del Sol cuando me encojo dentro de una fina chaqueta.

Me gusta el otoño.


domingo, 17 de octubre de 2010

¿Me das tu teléfono?

El otro día Miriam me pidió mi número de móvil; sonriendo, empecé a recitar como un mantra: seis, ocho, seis y de pronto me di cuenta de que no me acordaba de cómo seguía. Volví a empezar y me ocurrió lo mismo. Tuve una sensación extraña, me dio por reír, pero era esa risa nerviosa de cuando uno nota que algo no va bien. En mi caso iba muy mal, soy reconocida por mi excelente memoria, si me preguntan si un alumno está matriculado en el centro no necesito mirar ninguna lista para responder y tenemos 955 alumnos.

Hay cosas que nunca olvidas. La barandilla de la escalera en casa de mis padres por la que me deslizaba a pesar de las regañinas de los vecinos. El tacto de las columnas del porche en el que jugábamos a las estatuas. El sonido que hacían los cristales al caer, después de acertarles con una piedra, en aquella casa en ruinas de la calle Mediodía. El silencio ensordecedor en los pasillos de la planta dieciséis del Hospital de Bellvitge. El olor del ajoatao que tanto le gustaba a mi hermana y que a mí me daba ganas de vomitar.

Es sorprendente como puedes recordar cosas aparentemente tan insignificantes y olvidar otras que se suponen importantes.

Miriam me dijo que la llamase a su móvil para que de ese modo pudiese ver mi número y así lo hice. Al cabo de dos minutos volvió para decirme que me había equivocado, que mi número no empezaba por 686, sino por 676. Entonces comprendí por qué no podía continuar: mi cerebro había memorizado la serie en su orden correcto y no podía saltarse ese error. No se trataba de ningún mensaje subliminal para que comprendiese lo que es importante en la vida.

¿O sí?

jueves, 14 de octubre de 2010

Qué hago cuando no escribo

Escribir no es como tomarse el café de la tarde, no sucede de manera automática por mucho que uno se empeñe. Sí, ya sé eso de que “cuando me llegue la inspiración me pille trabajando” y que Isabel Allende se sienta frente a su escritorio a las ocho de la mañana, cada día. A mí nunca me han servido las fórmulas magistrales, yo soy más de hacer lo que me da la gana, la verdad, y tengo épocas en las que no escribo.

Normalmente sucede cuando hay algún cambio en mi vida: he acabado una novela, cambiamos de estación (me refiero a las cuatro estaciones, no al metro), me cambian el horario en el trabajo…

Ahí quería yo llegar. Llevar una familia, escribir y trabajar, son tres cosas que no se complementan muy bien. Debe ser porque las tres exigen alta dedicación y ninguna da un respiro. Ya sé que hay familias en las que los hijos, ya adolescentes, se desligan de sus madres y dejan de compartir con ellas cada pequeño suceso, gran problema o duda existencial. De momento, ese no es mi caso. También me han dicho que hay maridos que solo se relacionan con su esposa en la cama y cenando con los amigos, que nunca quieren hablar de sus cosas y que, bajo ninguna circunstancia (ya sea pistola en la sien o amenaza de visita de la suegra) preguntan qué tal tu día. Ese tampoco es mi caso.

Mi trabajo es absorbente, no me deja un respiro y hace funcionar mis neuronas a pleno rendimiento, así que cuando llego a casa estoy cansada y lo que más me apetece después de comer es repantigarme en el sofá con una taza de café. Ahí soy muy vulnerable y los míos, que lo saben, atacan. Una charla puede durar entre media y dos horas. Un paseo, toda la tarde. Con la cabeza llena de alumnos, planes individuales, cambios de matrícula y que quiero ir a dos conciertos este otoño, es difícil sentarse frente al ordenador y trasladarse a la trama de una novela.

A pesar de todo, la mayor parte del tiempo ocurre. Milagrosamente, ocurre. Pero hay épocas en las que la vida nos dice: ¡eh! que me voy, que me voy, que me estoy yendo. Y en esas épocas buscas la conversación en el sillón, las tardes de paseo cogidos de la mano (sí, aún nos cogemos de la mano ¿qué pasa?), una tarde de chicas, solas mi pequeña y yo de compras por el pueblo, ver videos de Linkin Park con el mayor y escucharle con su guitarra.

Durante esas épocas más intensas (que distracciones siempre las hay), no escribo nada. Me dedico a contemplar lo que me rodea y tomo conciencia de mí misma. Mi paso se ralentiza, veo las hojas de los árboles mecerse al viento y las nubes viajar sin detenerse. El mar huele diferente y la noche es más intensa. Los que me rodean tienen cosas que contarme y estoy ahí para escuchar. Observo. Vigilo.

Y entonces ocurre. Las ideas vienen de camino y se meten en mi cabeza. En forma de personajes, como en Peso cero cuando Mario se sentó en la cama de una habitación vacía y, hundido y sin esperanza, vomitó entre mis manos su profunda sensación de soledad. Entonces me doblego y vuelvo a mi rincón y, a ratos, solo somos yo y mis historias.

martes, 12 de octubre de 2010

Regreso

He preparado comida para el camino. Llevo en la mochila mis letras, algún paquete de pañuelos, una bufanda para cuando haga frío y muchas ganas de verte.

He estado ocupada, ya sabes, pero en todo este tiempo no me he olvidado de ti. Supongo que habrás descansado de mis cosas, mis neuras, mis opiniones y mi tendencia natural al desánimo.

Te echaba de menos. Ya estoy de vuelta.