martes, 25 de febrero de 2014

Consejos para escritores II

La escritura es una tarea solitaria y por ello requiere, además de muchísima voluntad para mantener una rutina, más voluntad aún para evitar las distracciones. 

Se me ha pasado por la cabeza poner un cerrojo en la puerta de mi habitación para que no entre nadie cuando me dispongo a dar vida a mis personajes, pero todavía no he llegado hasta ese punto. Aun así, para conseguir cierta concentración se necesita una preparación previa. 

Preparación para los que viven contigo, porque si no entienden lo que quieres decir cuando dices que vas a escribir, lo que se van a encontrar al otro lado de la puerta es la Tierra negra de Mordor (Orkos y Uruk-hai incluidos). 




Una vez conseguida esa preparación previa de la que os hablaba, aquí os dejo otros consejillos para que os hagáis con ellos una rana en origami, que dicen que es muy relajante.


—Escribe todos los días.
Cuando digo todos los días quiero decir todos, menos esos en los que no puedes por motivos de fuerza mayor o porque sea tu día de descanso (sí, los escritores también necesitamos descansar, viajar, comer, dormir y otras necesidades humanas varias). 
Escribir todos los días, además de darte una rutina que hará que tu creatividad fluya hacia donde debe hacerlo, el papel, también te permitirá "empatizar" con tus personajes y los hará creíbles.


—Intenta buscar un "Lazarillo".
El mío es el café. La relación entre el café y el momento de ponerme a escribir provoca que cuando tomo una taza de café mis sentidos se pongan alerta y mi imaginación encienda máquinas. 
Ligar el momento de la escritura a algo, ya sea objeto o acción, es un mecanismo que utilizan muchos escritores. Isabel Allende enciende una vela antes de ponerse a escribir, García Marquez necesita una flor amarilla en su mesa y Cortazar bebía mate. Algunos lo llaman manías, yo lo llamo Lazarillo porque el escritor camina por un mundo paralelo e invisible al ojo humano y necesita "alguien o algo que le guíe. 


—El Panhispánico de dudas es una magnífica herramienta. Y el diccionario en linea de la RAE es un buen compañero de viaje. 
Trabaja tu vocabulario, hay muchas maneras decir lo mismo. Decía Nabokov que la escritura cuanto más sencilla parece, más difícil es. No temas que te digan que tienes un estilo "sencillo". Lo que debes temer es que digan que lo tienes "rebuscado".


—Cree ciegamente en lo que haces. 
Si no es así, busca otra idea. Puede haber una historia de lo más interesante que comience con el simple hecho de mandar a tu hijo a comparar el pan, pero solo valdrá si tú crees en ella. 


—No pienses en quién va a leerte.
No escribas para tu marido, tu novia o tu madre. Esa novela que la escriban ellos. Tú escribe para ti, esa es la mejor manera de no engañar a nadie.


—Si necesitas decirle al lector que tu protagonista está muy triste, mal vamos.
Haz que lo sienta, haz que se le encoja el estómago, que se le revuelvan las tripas, que llore con él, pero nunca le digas cómo debe sentirse.



—Si buscas lo que no está inventado acabarás descubriendo la sopa de ajo.
Lo importante es que cuentes lo que quieras contar, no importa si ya lo han contado antes. Tu visión, si es honesta, será única.


Y el consejo más importante: 
—No hagas caso de ningún consejo, sobre todo si viene de otro escritor.


lunes, 17 de febrero de 2014

Un corazón cálido

Vincent Willem van Gogh nació el 30 de marzo de 1853 en el sur de la Holanda (Países Bajos). Cuatro años más tarde nacerá su hermano Theo.

Lo mío con Vincent fue amor a primera vista. Quizá, porque fue un fracasado en vida, un sufridor entusiasta dispuesto a maltratarse sin contemplaciones. O porque tengo debilidad por las personas sensibles.

El hecho de que sólo vendiese un cuadro en vida, siendo después de muerto uno de los pintores más cotizados, le da a su biografía el punto dramático que le acompañará toda su vida.

La locura le perseguiría como una novia despechada, acosándole y obligándole a comportarse de un modo difícil de comprender para los que compartían sus experiencias (que le pregunten a Gauguin). El episodio más famoso y que le convirtió en «el loco del pelo rojo» fue con este amigo pintor que intentó trabajar a dúo con él, en un magnífico proyecto ideado por Vincent. Pero no pudo ser, en una discusión con Gauguin (una de muchas), nuestro impresionista sacó la navaja de afeitar y, ya saben aquello de: cuchillo en mano se liberó de su oreja. Para mí, ese momento forma parte de su esencia artística, fue la manera de demostrarle a su amigo que antes se haría daño a sí mismo que a cualquier otra criatura.

Una vez dicho todo esto, a quien quiero dedicar esta entrada es a Theodorus Van Gogh, su mecenas, su amigo, su consejero. Su hermano.

El amor sincero de su hermano Theo hacia él era incuestionable, le mantuvo económicamente para que pudiese dedicarse a la pintura, a pesar de no conseguir vender ningún cuadro. Intercambiaron cartas en las que Theo intentaba poner algo de luz a sus funestos presagios mientras, Vincent, volcaba todas sus emociones en busca de consuelo.

Vincent, mientras tanto, pintaba y enloquecía o enloquecía y pintaba, quién sabe. Entraba y salía del sanatorio mental en Sant Remy. Se recuperaba y recaía. Intentó envenenarse...

En 1890 parecía que había llegado el momento de la calma, vivía en Auvers y el Dr. Gachet, del que pintó un autorretrato, le cuidaba con cariño. Hasta tal punto mejoró que creyeron que no volvería a tener ningún ataque. En esa época pintó 80 cuadros en pleno éxtasis creativo.

En julio, Vincent hace una visita a Theo y su familia (adora a su sobrino que se llama como él). En esa visita descubre que las cosas no le van bien a su hermano: tiene problemas económicos y la salud de su hijo es mala, lo que amenaza con hundirle.


Vincent se siente, en cierto modo, responsable, teme que una recaída suya sería fatal para la economía de su Theo y decide que esta vez será él quien hará algo por él. El 27 de julio de 1890, se marcha al campo y se pega un tiro, con tan mala fortuna (para variar) que no muere. El médico no puede extraer la bala y lo único que queda es esperar a que la sentencia de muerte, que él mismo se había impuesto, se cumpla.

Avisan a Theo y éste viaja a Auvers para acompañarle en sus últimos días, fuman en pipa y charlan todo el tiempo. El 29 de julio, siendo el final inminente, Theo se sienta en la cama, sostiene a Vincent en sus brazos y el genio murmura antes de morir: «La tristeza durará por siempre».  


Theo, hundido y profundamente triste, no se recupera de la muerte de Vincent. Curiosamente acabará ingresando en un sanatorio mental y morirá seis meses después que su hermano.
Pero Theo no pintó ningún cuadro.


Probablemente la obra de Vincent no existiría si no fuese por su hermano, pero la vida, ya se sabe, no recuerda al horno que cuece la masa, tan sólo al panadero que amasó el pan.
Hubieron dos Van Gogh: Vincent y Theodorus


"Se puede tener, en lo más profundo del alma, un corazón cálido, y, sin embargo, puede que nadie acuda jamás a acogerse en él." (Vincent Van Gogh)


viernes, 14 de febrero de 2014

Feliz San Valentín

Cuenta la leyenda (y ahora lo cuento yo) que allá por el siglo III dC, el emperador romano Claudio II publicó un edicto en el que prohibía el matrimonio a los soldados. Él pensaba que si no tenían familia de quien preocuparse rendirían mejor en el campo de batalla.

Valentín era un sacerdote cristiano, que en contra de lo que mandaba el emperador y por creerlo injusto, decidió apoyar a los enamorados y casarlos en secreto.

Cuando Claudio II se enteró de esta afrenta (que para eso uno es emperador y tiene a sus espías), le mandó llamar a su presencia. El sacerdote aprovechó la visita para intentar convertirlo al cristianismo y recibió como respuesta la orden de su encarcelamiento y posterior ejecución.

Valentín fue torturado y en su reclusión se entretenía en aleccionar a la hija de uno de sus carceleros, una muchacha ciega que veía a través de sus ojos todo lo que el hombre le explicaba. Julia se llamaba la joven y de la dulzura de sus palabras y las atenciones que se brindaban en sus desgracias, dicen algunos, nació el amor. Y gracias a ese amor la muchacha recuperó la vista.

Las leyendas siempre tienen final trágico (si no que se lo pregunten a Bécquer) y así llegamos al momento crucial. El reo dedicó su última noche a escribir una carta para Julia que firmó como "tu Valentín". Al día siguiente, 14 de febrero del año 270, fue ejecutada su sentencia.

Julia plantó un almendro junto a su tumba.

Dicen que la tradición de enviarse postales en esta fecha es por lo de la carta de la última noche.

Lo que no me queda muy claro es lo de "El corte inglés", los regalos, las tartas con forma de corazón...

En fin,

Feliz San Valentín

martes, 11 de febrero de 2014

Entrevista con Mayte Esteban

—Hola Mayte, estoy encantada de que hayas accedido a responder a mi cuestionario Proust particular. Háblanos un poco de ti.
—Estudié poco en el cole, pero me fue bien; estudié menos en el instituto y así me fue, pero, cuando llegué a la Universidad (Alcalá, la facultad está a un pasito de la plaza Cervantes), me puse las pilas y me encontré a mí misma. Será porque estudié Geografía y aprendí a orientarme... He cantado en un grupo, he hecho radio, he trabajado como recepcionista de hotel, técnica de reciclaje de vidrio (suena mejor de lo que era) y mil trabajos raros eventuales más, pero lo que de verdad me encanta es dar clase. Vivo en una corrala (muy literario) pero moderna. Un día de estos tendré que convencer a mis vecinos para que hagamos teatro en el patio. Soy de Guadalajara pero me vine a vivir a Segovia hace casi dos décadas y, de momento, aquí me quedo. Me gusta ir al río y pasar todo el tiempo con mi familia. Ah, y escribir.
 —Buena biografía que nos acerca mucho más a la persona que se oculta Detrás del cristal J. Ahora háblanos de la Mayte Esteban escritora. ¿Cómo te definirías?
—Un culo inquieto. Siempre explorando, poniéndome metas, tratando de averiguar qué soy capaz de hacer y qué no. Sin mucho miedo a seguir mi instinto porque estudiando literatura la conclusión a la que he llegado es que quienes al final se hacen grandes son quienes se toman las normas con cierta distancia. No sé si quiero ser grande, pero sí quiero ser yo, encontrar mi propia voz. 

—Pues ahora que ya te conocemos un poco mejor, veamos qué respondes a mi particular cuestionario Proust.

1. ¿Qué rasgo de tu personalidad como escritora destacarías?
Escribo hasta cuando no tengo teclado delante, mentalmente. 
2. ¿Qué cualidad esperas de un escritor o escritora?
Emoción. 
3. ¿Qué esperas de tus amigos cuando les das a leer un manuscrito?
Sinceridad ante todo, que no sean complacientes sino críticos. 
4. ¿Cuál crees que es tu principal defecto a la hora de escribir?
No tener horario, ni constancia. 
5. ¿Cuál es tu ocupación favorita?
¿Aparte de escribir? Leer y cocinar por placer y no por necesidad. 
6. ¿Cuál es tu sueño de felicidad?
Una casa sin ruido donde la ropa se planche sola y se meta en los armarios. 
7. Si pudieras ser otra persona ¿quién te gustaría ser?
¡No quiero ser otra persona! ¡Quiero ser el gato de mi madre, que lleva una vida de lujo! 
8. ¿Dónde te gustaría vivir?
En una casa, con jardín y con muchos árboles para leer debajo de su sombra. 
9. ¿Cuál es tu lugar favorito para escribir?
La cama. Me rodeo de cojines, cierro la puerta y escribo feliz. 
10. Tus novelas favoritas son:
Imposible elegir. 
11. Esas novelas que no pudiste terminar por…
Un mundo sin fin y tampoco pude acabar la saga Los hijos de la Tierra. 
12. Tu héroe o heroína de ficción
Ayla, la protagonista de esta saga. Es un personaje que sería genial haber creado. 
13. Tu pintor favorito
Klimt y su beso. 
14. Tu compositor favorito
Pachelbel pero no escucho demasiada música clásica. 
15. El escritor o escritora que más admiras.
Auster. 
16. ¿Qué talento natural te gustaría poseer?
Me gustaría saber pintar. 
17. ¿Qué le pides a la literatura?
Una oportunidad para vivir de lo que me gusta (casi nada). 
18. ¿En qué momento considerarías que has triunfado en la vida?
Creo que triunfar es lograr que los que te rodean te quieran por cómo eres y eso, a día de hoy, lo tengo. Lo demás son etapas. 
19. ¿Cómo crees que será tu vejez?
No pienso mucho en ella. Al morir mi padre joven anulé ese pensamiento. 
20. ¿Cómo desearías morir?
Como él, con las personas que me quieren dándome la mano. 
21. ¿Cuál es tu lema?
Lo imposible solo tarda un poco más.


—Estupendas respuestas, me quedo con tu lema. Y hablando de otra cosa, a partir de mañana tendremos en todas las librerías, de la mano de Ediciones B, tu novela Detrás del cristal. Háblanos de ella.  
—Es lo más difícil de este cuestionario. Detrás del cristal es hija mía y puedo ponerle virtudes de esas que solo vemos las madres o me puede pasar lo contrario, quedarme corta por miedo a que no me toméis por una madre-fan.
Intenté contar una historia de amor con un principio atípico, que para eso es literatura y no un periódico, pero en medio se cruzaron pensamientos, el tema de los malos tratos se plantó como fondo amargo de una comedia. Cuando me preguntaban qué estaba escribiendo, mientras la creaba, todo el mundo ponía cara de "esta está como una cabra" pero al final salió algo bueno porque a mí me ha dado la oportunidad de mi vida.
Me gustan los personajes, ese Pablo que sin decir una sola palabra te conquista, Andrés y Ana que se van deshaciendo de sus miedos... Raquel, cuya amarga historia es tan parecida a la de tantas mujeres que alguna vez pensé que ojalá sólo existiera en la ficción.
Y me gustan las frases que se me escaparon porque ahí, yo también perdí el miedo.

http://www.amazon.es/Detr%C3%A1s-del-cristal-B-Books-ebook/dp/B00DUYGUSE/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1391367606&sr=1-1&keywords=detras+del+cristal

—Pues hemos terminado. Espero que Detrás del cristal obtenga en papel tantos lectores como merece. Es una historia preciosa contada de un modo impoluto. A mí me duró tres días y sus personajes han entrado a formar parte de mi memoria literaria.
Muchas gracias por venir, Mayte. Ahora que ya conoces el camino, vuelve cuando quieras.

—Muchas gracias por invitarme a tu casa, Antonia. Se siente uno muy bien aquí. Me ha encantado sentarme a charlar contigo y como creo que cuando te invitan a un lugar es bonito tener un detalle... te voy a regalar un nombre: Candela. Quédatelo y dentro de un tiempo, no sé cuánto, me cuentas.


Podéis encontrarla en su blog El espejo de la entrada.