jueves, 18 de enero de 2018

Conversaciones a media noche

Hoy ha sido un día productivo, lo que para una escritora es todo un logro. Y es que para alguien que realiza un trabajo creativo, como es la escritura, resulta imprescindible cumplir un horario.

Es taaaaaaan fácil dispersarse. Eso nos pasa a todos, no lo neguéis, a vosotros también. Si no es así contadme vuestro secreto, prometo no odiaros. 

Mi hijo es muy organizado y me ayudó a hacerme un horario, bastante estricto no creáis, pero muy práctico. 

Debo confesar que tiendo a procrastinar (odio esa palabra). Voy a echar un ojo a Instagram. Mira qué foto tan chula ha colgado María Martínez de sus novelas. Ostras, la tortilla vegana de Anabel Botella parece de lo más apetecible. La abuela de Mis cultura es realmente adorable. ¿Será posible que Jorge Magano haya hecho una foto a su hijo cuando se pillaba uno de sus deditos en un cajón? Esto... Ya lo he vuelto a hacer. 

Según mi horario debería estar durmiendo. Llevo diecisiete minutos de retraso; creo que he tomado demasiado té y por eso estoy tan despierta. Antes me tomaba tres tazas de café al día y para quitarme del café me he enganchado al té, ¿qué os parece? Ahora tomo un café y dos tes. No sé si será cierto que el té es más beneficioso, espero que sí.

Será mejor que vaya a bajar la calefacción y me acueste. Mañana a las siete sonará el despertador y me acordaré de vosotros, ahí durmiendo tan ricamente. 

¿De verdad vas a publicar esto?

Noooo, que va.


lunes, 15 de enero de 2018

Nueva etapa

Han cambiado unas cuantas cosas en mi vida y como siempre que han habido cambios en ella he venido a este espacio tan íntimo y personal a compartirlos, pues aquí estoy.

Empecé el blog hace ya unos cuantos años, doce, para ser exactos. Sería de agradecer que Blogger se currara un poquito los detalles y nos hiciese algún regalo a los miembros honoríficos, aunque esos miembros se hayan prodigado poco últimamente.



Lo cierto es que no me daba la vida. Trabajar fuera de casa, tener familia y ser escritora son arduas tareas que no se llevan bien a no ser que seas una Superwoman, y yo no lo soy (ya escribí sobre esto un tiempo. Leer el relato aquí). 

Mi casa se resiente de mi empeño por arrancar unos minutos para escribir de cualquier grieta en el espacio/tiempo que encuentre. Debo reconocer que soy la vergüenza de las ama de casa. No me aceptarían en ninguna reunión de Tupperware, me echarían a patadas de cualquier foro de pasteles y nunca dejo que me metan en grupos de Whatsapp: ni de madres, ni de compañeros de trabajo, ni de escritoras. Sobre todo de escritoras. 

Siguiendo con las confesiones os diré que muchos días me iba a trabajar sin haber hecho la cama y que tengo un robot de esos que aspiran solos porque barrer me parece una pérdida de tiempo insoportable. Le llamamos Robi y es un miembro muy querido de la familia. También he dejado de planchar la ropa. Del todo. Definitivamente. Lo siento, es una cuestión de prioridades.



Y aquí vienen los cambios. Hace un tiempo, no diré cuánto para no dar pie a que me busquéis, decidí empezar a escribir novelas con seudónimo. ¿Por qué hice esto? Pues fueron una serie de factores los que me llevaron a hacerlo. Uno de ellos, la saga juvenil. Esa saga tiene un montón de horas de trabajo, años de escritura en los que traté de profundizar en un tema que me parecía de lo más atrayente. Pero que, por el motivo que sea, no ha conseguido todos los lectores que yo esperaba. Yo y la editorial, todo hay que decirlo. 

Y aprendí una máxima: a los lectores no les gusta que los despistes.

¿Esto qué significa? Pues según mi editora y muchos gurús de la literatura, los lectores identifican un género con un autor y si eres un autor al que le gusta navegar por diferentes géneros pues te vas a dar una buena…



Así que decidí demostrarme a mí misma si eso era cierto y creé un seudónimo. No os diré el género para no alimentar el morbo de ir a buscarme. Pero he descubierto que eso que me habían contado durante años era totalmente cierto. Los lectores se identifican con el autor y si les gusta la novela de terror de un autor en concreto no quieren que de repente se ponga a escribir comedia, un género que no les interesa. 

De esta manera puedo deciros que ahora tengo un alter ego, que probablemente algún día os presente, pero que de momento permanecerá en el anonimato. Ese alter ego no me ha dado más que satisfacciones y me ha hecho recuperar la ilusión y, sobre todo, las riendas de mi vida. Que está muy bien ser una autora de Penguin Random House Mondadori (creo que no les caben más nombres en el rótulo), pero yo lo que quiero es vender libros, porque eso hace que tenga lectores y me permite seguir escribiendo.




No sé a dónde me llevará esta nueva etapa en mi vida, pero intentaré que sea lo más lejos posible. Y dentro de estos cambios incluiré el regreso a este blog. Una nueva etapa llena de incógnitas y emociones. 

Pero ¿no es así en cualquier aventura? 

Prometo poner café o té en cada reunión, vosotros podéis traer las pastas.